La maternidad es un echar de menos constante
Cuando te conviertes en mamá comienzas a echar muchas cosas de menos. Primero, comienzas a echar de menos tu cuerpo, tu yo anterior. Más tarde, echas de menos tu tiempo, incluso dormir de vez en cuando del tirón. De pronto, sin previo aviso, echas de menos otras cosas: Una amiga que entienda tu nueva vida y te diga: no te preocupes, me paso por tu casa y te duchas tranquila. Que comprenda que tu nueva vida no compatibiliza casi nunca con vida social. Echas de menos que la gente no opine porque sí. Como si supieran más que tú sobre la crianza de tus propios hijos. Echas de menos no tener ni cinco minutos para preocuparte de ti misma, sin tener que estar pendiente de las necesidades de otra persona. Esa sensación de tranquilidad, no vivir en alerta las veinticuatro horas, prestando atención plena a otro ser que depende en todas sus versiones de ti. Echas de menos la falta de responsabilidad, ver una película sin estar pendiente de cuándo se despertará de la siesta, el ruido de la noc...